A otro niño con ese cuento - Nanny Heart

Cuando cuentas cuentos: Cuenta cuántos cuentos cuentas, porque si no cuentas cuántos cuentos cuentas, nunca sabrás cuántos cuentos contaste.

Cuando era niña honestamente mi madre no recuerdo que me haya contado cuentos, no de los libros, quizá me contaba otras cosas, pero ahora me queda claro que eso ya fue y que ahora yo puedo contar cuentos a todo el que me deje; a otro niño con ese cuento.

Los cuentos cumplen con una importante función educativa al mismo tiempo que inician al niño en el placer de la lectura en la actualidad los cuentos constituyen una parte muy importante de la formación como personas y así lo recoge la legislación educativa punto escuchar un cuento abre los más pequeños del camino a la literatura y vez que estimula la imaginación produce una cerca miento del niño a los seres queridos esta actividad de Leer a un Raúl cuento transmite valores educativos que el relato lleva implícito como pueden ser generosidad amistad Paciencia respeto o la superación

El doctor Eduard Estivill y la pedagoga-psicóloga infantil Montse Domenech en su libro cuentos para crecer dicen: en el cuento los niños encuentran una explicación razonada de cada valor para que entiendan su importancia y lo incorporen de forma natural a su vida cotidiana; es una invitación a pensar y actuar de una manera más madura para su autoestima y responsabilidad.

Para los niños el momento de disponerse a escuchar un cuento supone un momento lleno de magia que les permite entrar en un mundo plagado de aventuras fantásticas o reales.

Gabriel García Márquez nos dijo__ Recuerda, que el cuento es una incorporación a la vida cotidiana…

Entonces nos toca agradecer y respetar los cuentos que tanto nos enseñan, y ahora con ustedes la bella historia de:

A otro niño con ese cuento - Nanny Heart

Leo y su bicicleta.

Cuento corto para niños sobre la frustración:

Cuando Leo se cayó de la bicicleta por sexta vez, se levantó muy enfadado.

- ¡Ya no lo vuelvo a intentar! - le gritó a su madre que miraba por la ventana, y fue a guardar la bicicleta en el garaje.

- ¿Por qué no dejas que te ayude? ¿Ponemos los ruedines? ¡Apenas lo has intentado!

Pero Leo se negó. 

Él no era un niño pequeño, dijo, cruzando los brazos sobre su pecho.

Su madre lo miró sin decir nada; prefirió que estuviera más tranquilo para hablar con el niño.

Al día siguiente, cuando Leo llegó del colegio, su madre aprovechó para hablar con él.

- ¿Sabes cuántas veces intenté hacer estas croquetas que tanto te gustan? - le dijo mientras cocinaba y daba vueltas a la masa dándoles forma.

Leo se acercó y, después de lavarse las manos, empezó a ayudar a su madre a hacerlas, mientras la escuchaba.

Al principio me salían sosas y deformes; mi madre me enseñó a hacerlas. ¡Con lo bien que te salen a ti! - le dijo, viendo que su hijo las moldeaba con gran facilidad.- 

Las personas tenemos habilidades para diferentes cosas, pero si tiras la toalla tan pronto y no dejas que te ayuden, nunca lo lograrás.

- Si quieres aprender a montar en bicicleta tendrás que intentarlo de nuevo - le dijo mirándolo de reojo.-Nadie sabe hacerlo cuando nace.

Cuando terminaron de rebozar las croquetas salieron al garaje y sacaron entre los dos la bicicleta al jardín.

- ¡Monta! - le dijo su madre.

Leo subió a la bicicleta y empezó a pedalear, pero al momento se tambaleó y su madre lo tuvo que agarrar para que no cayera al suelo.

- ¡Vamos!, yo te sujetaré por el sillón - le dijo su madre.

Cuando Leo empezó a pedalear se sintió más seguro; esta vez se mantuvo unos cuantos metros derecho.

A otro niño con ese cuento - Nanny Heart

- ¡Otra vez, Leo! ¡Lo estás haciendo muy bien! - le dijo su madre sonriendo.

Leo volvió a montar en su bicicleta, ahora con un poco más de seguridad.

Su madre agarró el sillón, como la vez anterior, hasta que Leo cogió estabilidad, después lo soltó sin que el niño se enterara permaneciendo a su lado

- ¡Qué bien Leo! ¡Ya casi lo tienes! - gritó su madre.

Y el pequeño siguió pedaleando, una y otra vez.

Cuando Leo vio entrar a su padre por la puerta del jardín perdió el equilibrio y se tumbó hacia un lado, pero esta vez supo apoyarse en el pie y no cayó al suelo.

- ¡Campeón! Te he visto desde fuera. ¡Ya sabes montar en bicicleta! - le gritó contento su padre.

Esta vez fue Leo el que se montó sin que nadie le dijera nada y empezó a pedalear.

- ¡Mirad, mirad! - gritó a sus padres, entusiasmado.

Y después de estar un ratito montando en bicicleta, Leo y sus padres entraron a cenar unas ricas croquetas.

Textos:

Lic. Yessi Castillo - Psicóloga Infantil.

Elsa Castellón - Lic. En Comunicación

Bibliografía

Imágenes pxhere.com

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