Los amigos imaginarios no aparecemos por voluntad propia. Nos invitan. Y nos quedamos el tiempo que nos necesitan. Y es recién en ese momento que nos marchamos. "Crenshaw, el gato invisible" (2015), Katherine Applegate.
Los amigos imaginarios son parte del mundo de los niños y, lejos de ser un aspecto preocupante, son sinónimo del desarrollo de una mente saludable. Las habilidades cognitivas que comienzan a surgir en un niño de 3 a 4 años le permiten pensar de forma intuitiva.
“En esta etapa del desarrollo, según Jean Piaget, el niño gradúa su capacidad para pensar simbólicamente; imita objetos de conducta, juegos simbólicos, dibujos, imágenes mentales, así como el desarrollo del lenguaje hablado”, afirma el psiquiatra infantil Christian Muñoz Farías.
Es allí cuando da vida a sus mundos fantasiosos, en los cuales establece diálogos con monstruos que están debajo de la cama o detrás del armario. Sus amigos pueden ser héroes, animales, fantasmas, gigantes, criaturas extrañas o seres humanos de características especiales.
Aunque parezca perderse en sus fantasías, señala Muñoz, esos seres imaginarios son su manera de explorar la realidad; además, le ayudan a resolver dilemas. Otro aspecto a su favor: durante todo el día, los adultos cohiben al infante en diversos escenarios (no toques, no comas eso, cuidado te caes) y constantemente se ve sujeto a recibir órdenes y reproches. Su amigo imaginario, por el contrario, está a su entera disposición.
El hecho de tener un amigo imaginario tampoco significa que el niño esté destinado a la soledad. Al contrario: le gusta socializar y cuando no hay nadie disponible en la vida real, simplemente se lo inventa. Algunos estudios demuestran que los infantes que lo tienen muestran mayor habilidad que sus pares para observar las cosas desde la perspectiva de otros; incluso, logran puntajes más altos en las pruebas de lenguaje, juegan mejor y sus amistades son más numerosas.
Los padres pueden involucrarse en el juego de su hijo y aceptar la existencia de ese amigo fantasioso. Esto favorece la imaginación del menor y, de una u otra forma, lo mantiene conectado a la realidad. Si le hacen preguntas sobre ese compañero de juego, le dan a entender que su acompañante está bajo control. Saben que éste es parte de su imaginación.
A través del amigo imaginario los niños:
- Liberan sus sentimientos positivos y negativos
- Proyectan sus conflictos, miedos y fobias delante de nuevas situaciones, como la de tener que abandonar el pañal, ir a la guardería o cambiarse de casa.
- Se sentirán más fuertes, y capaces. Y eso favorecerá a su autoestima.
- Controlarán mejor sus emociones.
- Desarrollan habilidades sociales.
Cuando un amigo se va...
Un amigo imaginario no debe ser motivo de preocupación si comienza a desaparecer alrededor de los siete u ocho años, momento en el que los pensamientos de ficción del niño comienzan a convertirse en privados. Este particular amigo es síntoma del desarrollo personal y creativo, normales en algunos niños en el periodo temprano de su vida, que si bien puede en cierto modo reflejar una posible falta de socialización o de necesidad de estar más tiempo con quien le quiere, se soluciona por sí solo en cuanto comienza a participar más frecuentemente en juegos y demás actividades sociales con los amigos reales de su propia edad. Hay que tener en cuenta que llega un momento en que los padres no pueden sustituir la necesidad de jugar y relacionarse con niños de su propia edad, lo cual hará que poco a poco su amigo imaginario vaya desapareciendo.
Las causas que llevan a un niño a tener un amigo imaginario pueden ser muy diversas, por ejemplo, pueden constituir un recurso de huida a la soledad, al odio o a la ansiedad. Es importante por lo tanto descubrir sus motivaciones. Juan Pedro Valencia considera que esta amistad imaginaria puede ser motivo de preocupación cuando “la presencia del amigo imaginario dura más allá de la edad normal o bien, en lugar de ser un cauce de expresión de emociones y sentimientos para el niño, que de otra forma le resultarían difícil de resolver, se convierte en una forma de evitar asumir responsabilidades, evitar el contacto con la realidad o perder el interés por estar con sus amigos, prefiriendo hacerlo solo con esos amigos imaginarios. Entonces debemos indagar, incluso con ayuda de un profesional, qué es lo que está ocurriendo en el niño para que esto sea así”.
¿Cuándo el amigo imaginario se convierte en una preocupación?
Cuando los niños se adentran en este mundo de fantasía e imaginación, los padres solo tendrán razones para preocuparse si su hijo se agarra al amigo imaginario a tal punto que lo impida cumplir con sus tareas y compromisos cotidianos, o que vean que su hijo ya no desea tener amigos reales para jugar y relacionarse. Además, si notan que el hijo se ha vuelto retraído o ha adquirido comportamiento agresivo a causa de un amigo imaginario violento, deberán buscar ayuda y apoyo de un especialista. Situaciones como esas podrían generar otros problemas. Por lo demás, no existen razones para alarmarse. El niño no sufre problemas mentales, ni vive situaciones sobrenaturales. El niño está sano. Del mismo modo en que llegan los amigos imaginarios, se van y desaparecen con el tiempo. Es una etapa que suele finalizar por vuelta de los 7 u 8 años de edad, cuando el niño tenga muy desarrolladas las funciones del lenguaje, de la lógica, memoria e inteligencia.
¿Cómo actuar?
Perspectiva clínica de los AI
La creación de amigos imaginarios por parte de los niños (AI) es un fenómeno que se comenzó a estudiar desde finales del siglo XIX. La comunidad psiquiátrica en esta época analizó el interesante fenómeno de los AI en niños institucionalizados. Estos profesionales de la salud mental, observaron con especial atención la capacidad de los niños para asumir la realidad del abandono y crear mecanismos de compensación psicológica de la soledad (Bender y Vogel, 1941).
Estos niños, como lo señalaba Votrovski (1895), creaban personajes por tres razones:
La primera estaba relacionada con una compensación de las carencias afectivas que éstos sufrían. La mayoría de los estudios se realizaron en poblaciones de niños huérfanos que vivían en instituciones de protección religiosas o estatales, donde se encontraban un gran número de niños con AI.
La segunda explicación de la creación de AI por parte de los niños, se relacionaba con la necesidad de construir personajes más poderosos, más inteligentes y con habilidades que compensaban las características de debilidad e indefensión de estos niños. Finalmente, se explicaba que los niños creaban AI como una forma de evadir la responsabilidad ante ciertos errores que cometían. En este caso, los niños utilizaban a sus AI como chivos expiatorios donde depositaban la responsabilidad de algunos de sus actos reprobados por los adultos.
En este orden de ideas los niños que crean AI distan mucho de ser
Clasificados desde las categorías patológicas, por el contrario, los estudios han demostrado que la existencia de amigos imaginarios en los niños puede relacionarse con características positivas en el marco social o intelectual más que con carencias afectivas o desórdenes cognitivos. Aún queda mucho que conocer sobre este hecho que si bien, no debe catalogarse como excepcional, resulta muy llamativo e interesante dentro del gran marco de referencia del desarrollo.
Lic. Yessi Castillo - Psicóloga Infantil
Bibliografías:
Fuentes: Juan Pedro Valencia. Psicólogo. PSYSTEL.
www.saludactual.cl
www.guiainfantil.com
www.todopapas.com
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